Situado en el corazón de la comarca leonesa del Bierzo, entre los montes Aquilanos, emerge un entorno poblado por bosques de robles y arroyos, pequeñas cascadas y el curso del río Oza, un valle mágico, donde se escucha el silencio, que es precisamente su nombre Valle del Silencio. Y unido a él, una población de cuento, Peñalba de Santiago.

Para llegar hasta este místico lugar hay que hacerlo por una única vía, la que lo une con otra de las ciudades mágicas, quizás templaria, leonesa, Ponferrada. Y ahí, una carretera sinuosa que se adorna atravesando una naturaleza salvaje, de gran belleza, se penetra el uno de esos lugares donde los eremitas, los ermitaños, supieron retirarse en un momento de su vida para orar y entregarse al recogimiento, y al silencio.

Silencio que esta zona leonesa tiene su importancia y curiosidad, que se va a poder comprobar tras visitar la localidad que fue fundada por San Genadio en el siglo X, merced a la construcción de un pequeño monasterio de influencia mozárabe, aunque él residió en una cueva próxima.
La naturaleza brilla por su entorno, y en uno de sus límites, acuñada por las estribaciones de los montes Aquilanos, está Peñalba de Santiago, un pueblo de tintes medievales que podía protagonizar uno y mil cuentos.

Hay poco que ver en el mismo, pero sus casas de arquitectura popular berciana, de pizarra y madera con amplios corredores y solanas, dan forma al entramado de calles empedradas. No hay mucho que visitar, tan sólo recorrerlo en silencio y pararse, y visitar la iglesia de Santiago, de estilo mozárabe, con un interior espectacular con pinturas de la época califal de gran valor.

Es una de las pequeñas poblaciones, una veintena de vecinos la habitan, que merece la pena ser visitada y que guarda su tradición ancestral de estar unida a lo que San Genadio demandó en su momento: Sonido del Silencio.