Es hora de seguir viajando, pero esta vez lo haremos a través de la historia. Visitaremos hechos, hitos y grandes avances logrados por nuestros protagonistas. Hombres y mujeres que, muchos de ellos sin saberlo durante su vida, han escrito páginas en el libro de la historia que hoy, en Miradas Viajeras, queremos contarte y vivirlo contigo. ¿Nos acompañas?
Nuestro relato de hoy nos lleva a principios del siglo XX. De la mano de nuestro tertuliano, Javier Monge, vamos a trasladarnos a una época convulsa, si, pero apasionante. Viajamos a Arabia, a la Primera Guerra Mundial. Un conflicto en el que los pueblos árabes tuvieron una oportunidad de unirse en una gran nación que se liberara del yugo del decadente Imperio Otomano. Lo más curioso, es que uno de sus máximos artífices, no tenía, a priori, nada que ver con el mundo árabe. Nuestro protagonista, británico, europeo de pro, pasó a la posteridad adoptando el nombre de la región a la que pretendió liberar. Hablamos… de Lawrence de Arabia.
Vamos a presentar a nuestro protagonista si te parece, Javier.
En 1909 emprendió su primer viaje a Oriente Medio, acompañado por su mentor, David George Hogarth. Casi siempre a pie, viajó desde el norte de Palestina, por la costa del Líbano y parte de Siria occidental, hasta la zona del Éufrates. El objetivo del viaje era encontrar información para su tesis sobre la arquitectura militar de las Cruzadas.

Este fue el inicio de la incursión de Lawrence de Arabia en la región, que por supuesto, fue a más.

Estalla la Gran Guerra. Los pueblos árabes ven una oportunidad soñada para liberarse del yugo y la dominación Otomana. Lawrence, fue destinado a El Cairo, a servir como teniente en el recién creado Departamento de Inteligencia Militar. Su trabajo consistía en hacer mapas y en recoger e interpretar información de diversas fuentes. El Departamento participaba asimismo en diseñar las estrategias de tipo político a seguir en la región.

Los pueblos árabes se unen en la Primera Guerra Mundial para combatir a los turcos. A cambio del apoyo militar necesario, Huseyn Faisal I exigía la «no invasión occidental» y el reconocimiento de una liga pan arábica que él mismo lideraría.

Pero las ambiciones para la zona, una vez vencido el ejército otomano, del Reino Unido, lideradas por el diplomático Mark Sykes, y de Francia, de la mano de Georges Picot, eran otras.

Lawrence tenía la esperanza de que bajo su liderazgo las tropas árabes lograrían la victoria y alcanzarían así su independencia, y que el tratado firmado por Sikes y Picot, por el cual los ingleses cedían a Francia un mandato sobre Siria, quedase al final en papel mojado. Pero este acuerdo quedó ratificado con el tratado de paz de Versalles de 1919, firmado al finalizar la Primera Guerra Mundial, y sentenciaba que Faysal I no recibiría ninguna de las concesiones prometidas por sus aliados antes de la contienda.

El acuerdo de Sikes-Picot, dejó en una situación muy difícil a Lawrence de Arabia…

Considerado un traidor por los árabes, y una vez en el Reino Unido, en 1922, Lawrence, con el beneplácito de Winston Churchill y de Hugh Trenchard, mariscal de la Real Fuerza Aérea, se alistó como soldado raso en la fuerza real inglesa con el nombre de John Hume Ross, pero fue expulsado cuando se descubrió su verdadera identidad. Más tarde fue readmitido con otro nombre y con un nuevo destino.